Logran descifrar una carta escrita por un prisionero de Auschwitz... y el contenido es aterrador
Marcel Nadjari cuenta cómo fue forzado a trabajar en las cámaras de gas y el crematorio del campo
Miércoles 11 de octubre de 2017
De todos los trabajos terribles que desempeñaron los prisioneros de los campos de concentración nazis, hay uno que destaca por encima de todos: los Sonderkommandos.
Estas “fuerzas especiales” formadas por prisioneros judíos y no judíos eran los encargados de trabajar en las cámaras de gas y los crematorios, los dos lugares más terribles de todo el campo de concentración. El sadismo de los oficiales nazis era tal que obligaban a los prisioneros a recoger, mutilar, quemar y esparcir las cenizas de sus propios compañeros, bajo amenaza de muerte si se negaban. A aquellos que se atrevían a enfrentarse a semejante brutalidad, los quemaban vivos como castigo. Y aunque no se rebelaran, su esperanza de vida en el campo era escasa: los Sonderkommandos se relevaban cada 3 o 4 meses con el objetivo de no dejar huella del holocausto que se estaba produciendo.
Son muy pocos los testimonios que dan fe de la terrible labor de los Sonderkommandos. Pero uno de los más completos acaba de salir a la luz. Según informan los medios alemanes, un grupo de científicos ha conseguido descifrar el contenido de una carta enterrada en 1944 en las inmediaciones de Auschwitz. La misiva fue escrita por Marcel Nadjari, un judío griego forzado a trabajar como Sonderkommando. La carta fue descubierta en 1980 por un estudiante, pero las malas condiciones en las que se encontraba hicieron imposible descifrar su contenido. Ahora, casi 30 años después y gracias a técnicas de análisis de imágenes, los científicos han reconstruido los detalles de la misiva.
"Todos sufrimos cosas aquí que la mente humana no puede imaginar", escribió Nadjari en la carta. El griego esperaba que alguien la encontrara y entregara el documento a un representante diplomático de Grecia, pero no fue así.
"Debajo de un jardín, hay dos habitaciones de sótano interminables: una está destinada a desvestirse, la otra es una cámara de muerte", se puede leer en la carta reconstruida. "La gente entra desnuda y cuando está llena de unas 3.000 personas, se cierra y se les gasea".
El prisionero desgrana el trabajo que tenía que realizar y también relata como su trabajo le hizo contemplar el suicidio. “¿cómo podría yo ... o cualquier otra persona hacer este trabajo y quemar a sus compañeros... muchas veces pensé en irme con ellos (a las cámaras de gas) para terminar con todo, pero siempre mantuve una idea de venganza: quería vivir para vengar la muerte de papá y mamá, y la de mi amada hermanita Nelli“.
“Nuestro trabajo consistía primero en recibirlos, la mayoría de ellos no sabían la razón … a la gente que vi cuando su destino estaba sellado les dije la verdad. Después de que estuvieran todos desnudos acudían a la cámara de la muerte, donde los alemanes habían dispuesto tuberías en el techo para hacerles creer que estaban preparando el baño. Con los látigos en sus manos, los alemanes los obligaron a acercarse cada vez más para que pudieran caber lo más posible, y entonces las puertas se sellaban herméticamente”, escribió Nadjari.
“Después de media hora, abrimos las puertas de la cámara de gas y nuestro trabajo comienza. Llevamos los cadáveres de estas mujeres y niños inocentes al ascensor hasta la habitación con los hornos, donde son quemados sin necesidad de combustible por la grasa que tenían”.
Afortunadamente, Nadjari fue uno de los pocos supervivientes dentro de los sonderkommandos de Auschwitz. Al acabar la Guerra regresó a Grecia y en 1951 migró a Estados Unidos con su familia. Nadjari escribió sus memorias pero nunca le llegó a contar a nadie acerca de la carta enterrada. Un misterio que, por fin, se ha resuelto gracias a la tecnología.
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